Dibujos de apuntes de viaje

Apuntes de viaje.

Los apuntes de viaje son un género particular de dibujos que nos interesan, además de por su historia, porque constituyen una ocasión y un pretexto para dibujar: son anotaciones rápidas que el aficionado al dibujo dedica a los recuerdos de viajes, plasmando brevemente, casi “al vuelo”, lugares, momentos o emociones.

Evocación de un recuerdo.
Parecen reunir todas las características y propiedades de un dibujo, así como esa agilidad y rapidez que demuestran la sensibilidad del dibujante. Hemos visto ya cómo esbozaron apuntes de viaje artistas, pintores y arquitectos de todos los tiempos hasta nuestros días, incluso después de la aparición de la cámara fotográfica y del tomavistas; un esbozo, precisamente por ser producto de observaciones y por estar formado por unos cuantos rasgos esenciales, deja lugar, más que cualquier otra imagen, a la evocación y a la fantasía.

Delacroix en Marruecos.
Durante su viaje por Marruecos, Delacroix llevó un auténtico “diario” en el que anotaba las fechas y lugares, describía los paisajes, los caminos, las excursiones, e incluso hacía indicaciones sobre la calidad de la luz y las variaciones de la humedad de la atmósfera, consiguiendo comunicar la sensación de movimiento y de aventura vivida a lo largo de los diversos itinerarios hechos a caballo.
Este viaje supuso para él el descubrimiento del color: el verde de una vega, de una palmera; el azul de las montañas lejanas o del cielo; el naranja de una escollera; el rojo de una silla de montar o de un turbante; el amarillo de un muro o de una duna.
Aplicaba el color en sus dibujos en pequeños toques, para identificar un adorno o una prenda de vestir, o en largas pinceladas, para reproducir los paisajes.

El esbozo, punto de partida de una obra.
Algunas figuras dibujadas solamente a lápiz se completan con anotaciones sobre los colores, que servían para reavivar el recuerdo del autor cuando, en el estudio, desarrollaba más tarde esos esbozos en acuarelas o pinturas de mayor tamaño. Lo importante en estos apuntes de viaje de Delacroix es sobre todo esa nueva luminosidad que adquiere el color, gracias a la acuarela, y también la relación entre el texto y las ilustraciones: una relación que distribuye las escenas de cada página en planos verticales, de forma que el ritmo alternativo del texto y de los dibujos acaba por crear una imagen global extraordinariamente homogénea.
El texto (reducido a dos o tres líneas por página) sigue las imágenes y al mismo tiempo las enlaza unas con otras, haciendo del Diario de Delacroix un prototipo de álbum de viaje.

Las estampas de santos

Las estampas de santos son quizá desconocidas para los más jóvenes, que no pueden recordar cómo hace unos treinta años eran unos dibujos con los que estaban familiarizados nuestros niños. Al final de la misa, en el libro de oraciones, este codiciado regalo del párroco, con la imagen del santo protector o de la Virgen, era el recuerdo de la jornada, del día del santo, de un milagro o de una aparición. Con los breves textos que llevaba escritos, constituía también una invitación a la oración y la meditación.

Como manifestación del sentimiento popular, la imagen sagrada fue al principio, junto con las cartas de juego, uno de los primeros ejemplos de impresión, es decir, de modelo reproducido en muchas copias. Algunas estampas de santos del siglo xi.x. Museo Etnológico de Monza y Brianza.
nos recordarán cómo de niños, más allá del sentimiento religioso y de la fe, eran unos entusiastas coleccionistas de “estampas”, que intercambiaban en los recreos; unas eran sencillas, ingenuas, otras parecían antiguos y elegantes pergaminos, con gran riqueza de colores; unas eran delicadas, en tintas monocromas, adornadas a veces por un marco que imitaba perfectamente un encaje, en tanto que otras mostraban escenas de milagros o martirios o constituían finas reproducciones de cuadros famosos.

Casi puede afirmarse que el primer contacto con las grandes imágenes sagradas, con las obras maestras del Renacimiento o del Barroco, con las madonas de Rafael o con el Cristo de Guido Reni, lo tuvieron los chicos de entonces en los bancos de la parroquia, mirando las “estampas” entre las páginas del libro de oraciones.

Crear una tarjeta de felicitación

Un dibujo cada día: dibujar, o incluso crear una tarjeta de felicitación.

Si queremos enviar una tarjeta de felicitación original, lo mejor que podemos hacer es dibujarla nosotros mismos, ya que cuanto más individualizada sea, más se agradecerá. En este terreno, las posibilidades son múltiples, y van desde un estilizado ramo de flores a una imagen fantástica o desde un animal a una forma arquitectónica cualquiera.

Pero se puede ir aún más lejos y, en vez de sólo dibujar una tarjeta de felicitación, existe la opción de crearla en tres dimensiones. Inspirándonos en un recortable francés de la segunda mitad del siglo xix que, al tirar de una esquina, nos da una imagen a varios niveles, construiremos un auténtico teatrito formado por un fondo y unos bastidores que se adelantan y separan cuando, al abrir la tarjeta, se tensan unas pequeñas tiras de papel que separan unos elementos de otros. Para entender bien su funcionamiento, no hay nada como reproducir en una cartulina el modelo que se explica, recortándolo, pegándolo como se indica en las figuras y divirtiéndonos abriéndolo y cerrándolo. ¡Y muchas felicidades!

Los exvotos

Los exvotos.
El voto es una promesa que se hace en un momento de necesidad o de peligro, con el compromiso de ofrecer algo a la divinidad a cambio de su ayuda.
Un “voto” fue lo que, en el poema homérico, hizo Héctor ante el dios Apolo, cuando le prometió regalarle sus armas si le era propicio en el curso de su enfrenta-miento con Ayax. Ofrecimientos votivos del mismo tipo son igualmente los que se hacían en el templo de Atenea, en la Acrópolis de Lindos, o en los santuarios de Olimpia.
Esta costumbre no se perdió en los siglos sucesivos porque, cuando se encuentra frente a peligros o dificultades superiores a sus fuerzas, al hombre no le queda más solución que dirigirse a Dios en demanda de ayuda.
Los objetos que en estos momentos nos interesan son, ante todo, esos cuadritos que adornan los santuarios, los altares y las estatuas no sólo de las grandes basílicas, sino también de pequeñas iglesias: cuadros y dibujos policromados que representan, de forma casi siempre ingenua y con un estilo primitivo y na’if, una situación de peligro (naufragio, accidente, enfermedad) en la que ha intervenido la divinidad en apoyo de los hombres, llegando a propiciar incluso su salvación.
Casi siempre, en estos casos, aparecen sobre las tablas las iniciales V.F.G.A., que significan, en latín, Vo-tum Fecit Gratiam Accepit (Hice un voto, alcancé la gracia).

El mar, tema principal.
Un aspecto particular y una especial importancia revisten los exvotos marineros, esas tablillas votivas, a menudo oscurecidas por el polvo de los siglos y por el humo de las velas, que los pescadores del Mediterráneo cristiano colgaban en las paredes de las iglesias al regresar de sus viajes, agradecidos a la Virgen por haber conseguido sobrevivir a las tempestades.
Una buena colección de estas tablillas se halla en el Museo Histórico Naval de Venecia. Todas están pintadas al temple y reflejan un mismo estilo, expresivo y popular, con el mar embravecido que golpea con olas enormes las barcas, grandes o pequeñas, a punto de zozobrar o de estrellarse contra las rocas; en uno de los ángulos superiores, serena y luminosa, aparece en un halo la imagen de la Virgen con el Niño, dispuesta a conceder la gracia invocada.

Exvoto marinero de la iglesia de la Madonna dell’Arco de Ñapóles. Debajo lleva la inscripción Votum feci et graciae accepi 1592. Temple sobre tabla; 34 X 40 cm.

Construcciones geométricas con el compás

1. Trazar una perpendicular al segmento AB que pase por el centro O del segmento. Se hace centro con el compás en A con abertura mayor que AO; con la misma abertura se traza otro arco de circunferencia con centro en B. Se determinan así dos puntos M y N por los que pasará la recta perpendicular a AB que pasa por el centro O.

2. Trazar la perpendicular a AB en un punto cualquiera C. Se hace centro con el compás en C y se traza una semicircunferencia de radio cualquiera; hacer centro después en los dos puntos de intersección de la recta con la semicircunferencia, con apertura del compás igual al diámetro de la circunferencia. Una vez trazados los dos arcos de circunferencia, se obtiene el punto M; la línea MC es perpendicular a AB.

3. Perpendicular a AB en A. Hacer centro con el compás en un punto cualquiera C exterior al segmento, con apertura CA, y trazar un arco de circunferencia. Uniendo el punto D de intersección de la circunferencia con el segmento con C se obtendrá otro punto E de la perpendicular a AB en A.

4. Construcción de un hexágono inscrito en una circunferencia. Hacer centro con el compás en A con apertura AO y trazar un arco de circunferencia. Repitiendo la misma operación para el punto B se obtendrán los puntos A – 1 – 2 – B – 3 – 4.

5. Bisectriz de un ángulo. Con centro en A se traza un arco de circunferencia; haciendo centro sucesivamente con el compás en B y en C con un radio cualquiera, la interseción de estos dos arcos es el punto D de la bisectriz del ángulo ABC.

6. Construcción del triángulo equilátero. Haciendo centro con el compás en A y en B con abertura AB, la intersección de los dos arcos de circunferencia, el punto C, es el tercer vértice del triángulo equilátero ABC.

7. Trazar sobre el segmento A’B’ un ángulo igual al ACD. Hacer centro en A con apertura AC y trazar el arco de circunferencia; con la misma apertura de compás, llevar sobre el segmento A’B’ el punto C. A continuación, haciendo centro en C con apertura CD llevaremos la misma apertura con centro en C. Se obtiene el punto D’, y el ángulo A’C’D’ será igual al ángulo ACD.

8. Construcción del pentágono. Con centro en A trazar un arco de circunferencia hasta que corte la circunferencia en B. Bajar desde B la perpendicular a AO para determinar C. Con centro en C y radio CD se determina sobre el eje horizontal el punto E. DE es el lado del pentágono; llevándolo sobre la circunferencia, a partir de D, se determinan los vértices del pentágono.

Tipos de compases

1 y 2. Compases de uso normal con punta metálica, para mina de grafito o para tinta china, de ramas articuladas para facilitar el trazado de la circunferencia cuando es muy grande la apertura de las ramas.

3. Bigotera, compás para trazar circunferencias muy pequeñas, regulable por medio de un tornillo.

4. Compás de espesores, con las ramas curvas formando tenaza para obtener el espesor de los objetos.

5. Compás de proporciones de Galileo, formado por dos ramas planas iguales que terminan en punta por ambos extremos y llevan una articulación que se desliza por las ranuras practicadas en las ramas y que puede fijarse, por medio de un tornillo, en un punto cualquiera, con objeto de obtener dos compases opuestos por el vértice, cuyas ramas pueden ser de longitudes iguales o distintas. La distancia entre los pares de puntas de ambos compases guarda la misma proporción que existe entre los dos tramos en que las ramas quedan divididas por la articulación.

Uso del compas en dibujo tecnico

EL COMPÁS Y LA PLANTILLA DE CURVAS.

El compás es otro instrumento fundamental para la ejecución del dibujo geométrico. Pero, incluso más que un medio para dibujar, y especialmente para trazar circunferencias, el compás es un instrumento de gran utilidad para transportar segmentos y para realizar construcciones geométricas de figuras planas. En esencia, está constituido por dos ramas de igual longitud unidas por una articulación que le permite tomar la inclinación deseada: la apertura de la articulación se regula por medio de un tornillo, de modo que el ángulo que forman ambas ramas se mantiene sin alteración durante el uso bajo la presión de la mano. Cuando las dos ramas terminan en punta, el compás sirve para transportar las medidas de segmentos (de cierta longitud) desde una posición a otra; si una de las puntas es trazadora (es decir, si está provista de una mina de grafito o de dos laminillas metálicas entre las que se puede introducir la tinta china), sirve para trazar circunferencias de centro y radio arbitrarios.
Para comprender la importancia de un instrumento de este tipo, bastará pensar en la enorme cantidad de problemas resolubles con el solo uso de la regla y del compás y, en especial, en lo indispensable que es para toda clase de construcciones geométricas.
Los geómetras de la antigua Grecia se imponían, en las operaciones geométricas, el uso exclusivo de la recta y de la circunferencia y, aunque renunciaban así a la resolución de muchos problemas, consiguieron intuir las condiciones en que un problema puede resolverse de esta manera.

En realidad, todo problema que pueda resolverse con la regla y el compás también encuentra solución con el uso exclusivo del compás, que permite definir tanto el punto común a dos rectas como los puntos comunes a una recta y a una circunferencia por medio de construcciones mucho más sencilias de lo que podemos imaginar. En los ejemplos siguientes se muestran algunos de los problemas que se presentan con más frecuencia, como son las construcciones de la bisectriz de un ángulo, o la construcción de figuras planas, como el triángulo, el pentágono o el hexágono.
Pero el compás, y, por tanto, la circunferencia, sirven esencialmente a los geómetras, los arquitectos, los artistas y los dibujantes para definir las proporciones de los cuerpos de edificios o de la figura humana,
es decir, como módulo y medida proporcional y generatriz.

Existen también compases especiales. Para trazar circunferencias de radio muy pequeño, se utiliza el instrumento denominado bigotera, que es un compás de dimensiones más pequeñas que las usuales, perfectamente calibrado y equilibrado, que se caracteriza por la particularidad de que la rama móvil, en vez de aproximarse o separarse manualmente de la rama fija, dispone de un dispositivo roscado que permite variar la apertura con la máxima precisión.
Para trazar circunferencias de gran radio se utiliza el compás recto. Este compás está formado, en lugar de por dos ramas articuladas, por una regla larga en cuyos extremos están montados, por un lado, una punta metálica que se fija al tablero de dibujo, como centro de rotación y, en el otro, una punta trazadora que, por medio de un dispositivo adecuado, puede fijarse sobre la regla a la distancia deseada del centro.

Para circunferencias de radio aún mayor y que no necesiten una gran precisión se puede utilizar un cordel, fijado por un extremo, por medio de una punta, al centro de la circunferencia y que lleva, en el otro extremo, una tiza o mina de grafito para trazar la circunferencia.
Además de los compases se utilizan las plantillas de curvas (plantillas de material plástico transparente o de madera, aserradas y recortadas también por su parte interior, según diversas curvas) para el trazado de curvas de varios centros.

Los bocetos de la Agenda de Sisley

La agenda de Sisley.

A primera vista, los bocetos de la Agenda de Sisley (que fue conservada por el coleccionista francés Etienne Moreau-Nélaton, quien a su muerte la cedió al Louvre) parecen apuntes preparatorios de otros tantos cuadros. Sin embargo, un estudio más atento ha puesto de manifiesto lo que en realidad son: páginas de un álbum en las que el artista sintetizaba, en forma de rápidos bocetos extraordinariamente expresivos, los cuadros de los que se desprendía, una especie de diario muy bien pensado, un catálogo de las obras que iba vendiendo poco a poco pero que deseaba conservar en el recuerdo. Con los mismos propósitos, lo más probable es que en nuestros días recurriéramos a la cámara fotográfica. Con un espíritu totalmente diferente, Sisley dibuja en su álbum lo que quiere recordar y, con el dibujo, indica, subraya lo que le interesa. Después, junto al bosquejo de la pintura, pone no sólo el título del cuadro y lo que representa, sino también el formato de la tela y, a veces, el nombre del comprador y el precio.
Más allá del valor artístico de este cuadernito de notas, es evidente su importancia como documento que nos permite datar con exactitud unas sesenta obras de Sisley, certificando además su autenticidad. Con todo, nos sorprende aún más la naturalidad con la que un artista que quiere recordar sus obras no encuentra mejor recurso para ello que el de dibujarlas.

La dimensión artística del sello

Otra característica importante, que es además la que nos interesa en este caso, la constituyen los dibujos y los colores.
En los acuerdos adoptados por los estados pertenecientes a la Unión Postal Universal en lo referente a la correspondencia internacional, se ha decidido reservar el color azul para los sellos de franqueo de las cartas normales, el rojo al de las tarjetas postales y el verde para los impresos. Se ha acordado también que el nombre del país de origen figure en caracteres latinos, y que el valor monetario del sello aparezca con cifras árabes.
Son muchos los dibujos que adornan los sellos, incluyendo numerosos dibujos de niños. Hablando de “dibujos para recordar”, conviene resaltar aquellos sellos que, aun cuando sigan siendo tasas de transporte, se inspiran en acontecimientos de especial importancia, tanto contemporáneos (como el campeonato mundial de fútbol ganado por Italia, para cuyo recuerdo y celebración Guttuso diseñó el famoso sello con las manos del portero del “Nazionale”, Zoff, sosteniendo la copa) como de tiempos pasados. En estos casos, es frecuente que artistas de renombre reciban el encargo de realizar los dibujos, o bien que se reproduzcan cuadros o dibujos de artistas del pasado.
Así, más allá de su valor filatélico, los sellos se convierten, por su calidad y rareza, en una pequeña y extraordinaria galería de obras de arte, muchas veces inéditas y siempre llenas de originalidad.

Arte español en sellos españoles:
1 y 2. Pinturas rupestres del Paleolítico español en Santander: manos humanas por negativo (Cueva de El Castillo) y siluetas de ciervos (Cueva Covalanas).
3. Pintura rupestre del Levante español, con una de las primeras representaciones de la figura humana (Cueva Cingle, Castellón).
4 y 5. Dos cuadros del siglo xvu español en un sello de 1979 y otro de 1982: la Inmaculada Concepción (Juan de Juanes) y Santo Tomás (El Greco).
6y 7. Dos cuadros de principios del siglo xx: Marta y María (Romero de Torres)y Y aún dicen… (Sorolla).
8y 9. Dos obras de Sert: San Pedro y San Pablo y Lucha de Jacob y el Ángel.
10 y 11. Dos cuadros de Picasso en sendos sellos del año 1978: El pintor y la modelo y El final del número.
12y 13. Dos cuadros de Miró en un sello de 1981 (con motivo del centenario de Picasso) y en uno de 1982 (con motivo de la Copa Mundial de Fútbol).

Los sellos su historia, su valor artístico

Aunque los sellos se idearon para pagar las tasas de transporte y la entrega de la correspondencia, pronto se convirtieron en curiosos y apreciados documentos conmemorativos de hechos o de personas. La tradición nos revela que el auténtico sello, tal y como hoy lo entendemos, surgió en Inglaterra en mayo de 1840, con una efigie de la reina Victoria de perfil. Fue diseñado por el pintor H. Corbould y grabado por el célebre grabador C. Heath. Prácticamente desde sus comienzos, el sello se presentó como un hecho artístico digno de formar parte de una colección.

Los primeros sellos españoles datan del 1 de enero de 1850 y recogen la figura de la reina Isabel II, grabada por B. Coramina. El 17 de agosto de 1843, el Gobierno provisional había instado a Fermín Caballero, a la sazón director general de Correos, para que se ocupara del establecimiento de un sistema de pago previo de los costes postales. Seis años después, el 24 de octubre de 1849, se procedió a fijar las tarifas correspondientes.
Son muchos los procedimientos de impresión de los sellos. Si bien los primeros fueron impresos con la técnica de la calcografía, en la actualidad se emplean los más modernos procedimientos de reproducción fotomecánica. Para valorar un sello es muy importante conocer el modo de impresión y tenerlo siempre en cuenta. En el caso de algunos sellos antiguos, el artista no hacía un único grabado, sino tantos como ejemplares componían la plancha (para aprovechar de esta manera la superficie total de la misma, con la cual podían grabarse muchos ejemplares).

Se obtenían así numerosos ejemplares del mismo corte, los cuales presentaban, sin embargo, algunas diferencias entre sí (a pesar del empeño unificador y de la precisión del grabador), constituyendo en su conjunto un objeto interesante y de gran valor.
Otro elemento característico es la filigrana, que garantiza la autenticidad de la pieza (aun cuando algunos sellos pueden tener sólo fragmentos de filigrana o incluso carecer de ella) y reproduce escudos, dibujos o monogramas.
El dentado es un sistema que facilita la separación de los ejemplares de una misma hoja; por sus características, también permite establecer el período al que pertenecen los sellos.