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Técnica de los tres lápices

La técnica llamada de los tres lápices resulta del empleo de un lápiz negro, de una sanguina y de un lápiz blanco (o de una tiza o del blanco de plomo o albayalde).
Al principio de su desarrollo, esta técnica se utilizó sobre todo para los retratos. Resulta bien evidente la riqueza de tonos y la eficacia de los resultados que se pueden obtener mediante una técnica que, con extrema sobriedad de medios, es capaz de proporcionar la tonalidad de la carne y la suavidad de las sombras mediante la sanguina, los colores pardos y más oscuros mediante el lápiz negro y, finalmente, la luminosidad del blanco mediante el “realce” de yeso, del blanco de plomo (acuarela densa, cubriente).
La técnica de los tres lápices, muy apreciada por artistas franceses como La Fos-se, los Coypel, Boucher y otros, tiene uno de los mejores exponentes en Antoine Wat-teau, que trabajó en las dos primeras décadas del siglo xvm. Watteau utiliza los tres lápices principalmente para los estudios de sus cuadros. Pero esos esbozos, precisamente por la particular “afinidad” del estilo del autor con la técnica de los tres colores, acaban adquiriendo autonomía, configurándose como obras perfectas por sí mismas.
En él, como ocurre también en los demás autores de su tiempo, tales como Nicolás de Largillierre (del que en la página  presentamos un dibujo particularmente atento al arreglo de los pliegues y a los detalles) o como en Francois Boucher (del que en la página ofrecemos un estudio preparatorio para una pintura, que a su vez servirá de modelo para las tapicerías Gobelins), las posibilidades de la técnica se llevan hasta los más altos niveles: vigor del lápiz negro en contraste con el juego sutil de las “luces” blancas, pero sobre todo tono y difuminado de la sanguina, capaz de sugerir la blandura de la carne, la delicadeza de los pliegues, las diferencias de tono y de luz.
¿Cómo se utilizan los tres lápices? El fundamento del dibujo mediante esta técnica, siempre sobre papel de color, sigue siendo la sanguina, que constituye la estructura de la composición, destacando y determinando casi siempre la composición, la figura, el arreglo de los pliegues, pero también el paisaje o el fondo.
Sobre el dibujo con sanguina, que mantiene su propia autonomía, interviene el lápiz negro para reforzar los tonos de la sombra allí donde es necesario, y para conferirles las tonalidades más oscuras a las zonas de distinto color: entre el tono caliente de la sanguina y el más frío del negro se articulan los numerosísimos matices o gradaciones posibles obtenidos mediante el entrecruzado o la mezcla de la sanguina con el grafito negro, en una gama riquísima y sugestiva.
Finalmente, los toques del lápiz blanco, o de la tiza, confieren al dibujo el relieve, la suavidad, la luz, la transparencia y la luminosidad, que el color de fondo del papel, pero sobre todo la relación con los tonos de la sanguina, del negro, y de su mezcla, logran exaltar de manera típica e irrepetible.
Antoine Watteau: Estudio de cabezas, lápiz negro, más sanguina, con toques de luz de blanco de plomo sobre papel beis; 270 X 420 mm (París, Museo del l’etit l’alais).
En los esludios de las figuras femeninas y masculinas, la famosa técnica de los tres lápices consigue alcanzar plenamente sus posibilidades expresivas de la forma y del volumen, de la luzy de la sombra, del blancoy del negro, de los colores y de los tonos.

Utiles de dibujo

ÚTILES.
Los útiles fundamentales para el dibujo geométrico son la regla, el cartabón y la escuadra, y también la regla en «T», el parale-lín y el tecnígrafo.
Las reglas pueden ser de distinta longitud, desde el decímetro hasta las de 80 cm, un metro o un metro y medio (no se suelen encontrar reglas más largas, ni de madera ni de metal). Las escuadras y los cartabones sirven para trazar rectas horizontales, verticales y oblicuas, según la inclinación de uno de sus lados, que suele ser, por lo general, de 45°, 30° o 60°.
Haciendo deslizar una escuadra por su lado inclinado a lo largo de otra, que se mantiene fija sujetándola firmemente con la mano, se pueden trazar rectas paralelas (figuras 1 y 2). Como es natural, la escuadra se puede hacer deslizar también sobre una simple regla puesta sobre la hoja de dibujo (figura 3).
Uno de los fundamentos del dibujo geométrico es el correcto trazado de rectas paralelas horizontales y verticales, es decir, perpendiculares entre sí.
Para ello resulta muy útil la regla en «T». Se trata de una regla provista en uno de sus extremos de un elemento ortogonal más grueso (unido a ella de manera que permite variar la inclinación de la regla) que se adosa a uno de los cantos del tablero de dibujo, manteniendo inalterable la inclinación de la regla mientras se desliza a lo largo del mismo (figuras 4 y 5).
Como es evidente, sobre la regla en «T» se pueden apoyar la escuadra y el cartabón para trazar rectas verticales u oblicuas donde sea necesario, trasladándolos a lo largo del lado superior de la regla, mientras ésta se mueve paralelamente hacia arriba o hacia abajo. El elemento lateral de la regla debe estar siempre perfectamente adosado al canto del tablero, para que puedan trazarse en todo momento líneas paralelas.