Un buen punto de partida para crear nuestras propias letras consiste en examinar los tipos existentes. Detectemos las letras que necesitamos en un catálogo de tipos o en una hoja impresa, o incluso entre los tipos utilizados en una revista. Después, tomemos una hoja nueva de papel transparente, pongámosla sobre el dibujo y empecemos a distorsionar, extender o alargar la imagen, añadiendo sombras, siluetas u otros adornos. Cuanto más practiquemos, tantas más posibilidades descubriremos. ¿Por qué no seguir el rastro de alguno de los caracteres del conjunto que nos gusta y jugar con él?
Una cosa a tener presente al utilizar este método es la legislación sobre derechos de autor. Si bien muchos tipos son lo bastante viejos para ser, por así decirlo, «de propiedad común», en su mayor parte son diseños comparativamente recientes. En consecuencia, si basamos nuestras letras trazadas a mano en un tipo existente, debemos preocuparnos por cambiarlas mucho, no tan sólo un poco.