Lo que un buen comunicador puede hacer

En esta oportunidad les ofrecemos  un ejemplo divertido que muestra cómo el diseñador, el fotógrafo y quienes se dedican a comunicar en general; pueden trabajar para hacer hermoso incluso lo que en principio parece su peor pesadilla.
Para quien redacta artículos periodísticos o piezas publicitarias, quienes diseñan o de algún modo forman parte del proceso de comunicación social, no conocen  tortura peor que la de leer un folleto, una pieza de emailing, una revista, tarjeta o cartel, con problemas de comunicación: sin equilibrio en la composición, con errores de ortografía, con niveles impensados de exceso de información gráfica o con enredados modos que querer transmitir el mensaje, atentando en la mayoría de las veces, contra la finalidad  última de la pieza comunicativa.
Principalmente los profesionales de las áreas antes mencionadas, quienes conocen la industria de la publicidad en general, cuando son destinatarios de alguna pieza de comunicación y se posicionan del lado del consumidor;  además de esperar creatividad, innovación y funcionalidad, lo mínimo que pretenden, es que antes de apretar el botón de “Enviar Newsletter”, ese texto pase por un corrector ortográfico o un editor y alguien con un mínimo de criterio estético acondicione el email, el cartel o el folleto; para presentarlos en  un estado al menos básico, necesario para que ese material se haga público y “hable” del negocio,  el profesional o el producto al que hace referencia.
De esa experiencia indeseada, nació  el grupo que del que queremos hablarles: Proyecto Cartele, conformado por tres jóvenes creativos que se conocieron trabajando en el mundo de la publicidad, el diseño y los medios interactivos y que al principio por diversión, se dedicaron a coleccionar fotos de carteles recolectados en un álbum que compartían con amigos en sus reuniones cotidianas. Se trataba de fotos de carteles, pero no de cualquier tipo de cartel, sino de esos carteles insólitos, de esos que especialmente los comunicadores, muchas veces no pueden creer que existan como tales y que en ocasiones lleven años en exposición sin que nadie los corrija o los saque.

Con el paso del tiempo, aquel álbum de fotos de los jóvenes, se convirtió en un libro, con el libro llegó internet, con internet llegaron colaboraciones de muchos aficionados que se sumaron al movimiento y desde entonces hasta ahora, llevan 4 libros editados, decenas de exposiciones en todas partes del mundo y miles de seguidores y colaboradores en el participativo sitio de internet que desarrollaron y sigue haciendo crecer y renovando la idea inicial.

Como se puede ver, Proyecto Cartele se apropió de eso que puede verse como una pieza disfuncional o poco atractiva y generó un movimiento que transformó aquello en algo atractivo, eficaz y participativo.
Es una simple muestra de lo que un buen comunicador (redactor, diseñador, fotógrafo, desarrollador o cualquier especialidad que se dedique a comunicar socialmente) puede hacer con un poco de  imaginación y trabajando con empeño sobre una buena idea.

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