Rosto de mujer dibujado

ANCIANA, PERO GUAPA.
Es muy importante tener presente que las características anatómicas de un rostro cambian notablemente de las personas gruesas a las delgadas. En la figura, la diferencia radica principalmente en las «redondeces»; en la figura, por otra parte, se observa también una transformación ósea.

Examinemos el rostro de una mujer joven como el de la figura: los ojos son grandes, la distancia de la barbilla a la punta de la nariz es igual a la existente entre la punta de la nariz y la unión de la frente, mientras que la altura de la frente corresponde a la altura de la nariz.
Por otra parte, el rostro de una persona anciana presenta algunas diferencias importantes. Los huesos, en efecto, han sufrido con el tiempo una reducción progresiva, tanto que en los individuos muy ancianos la mandíbula inferior puede presentar de hecho una forma distinta, como indican las flechas en la figura.
Además, aparecen arrugas en la piel. En la figura se pueden observar los puntos del rostro más afectados por esta forma de envejecimiento: alrededor de los ojos, con la formación de las denominadas «patas de gallo», en los labios y las mejillas, donde se crea un «pliegue de expresión», y, finalmente, en el cuello. Para comprender mejor lo que se ha explicado hasta ahora, hemos dibujado el rostro de la misma mujer en dos fases distintas de su vida: en la plenitud de su juventud  y en plena madurez. Compara ambos dibujos, verás que los cambios son evidentes.
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