El color y la luz

El color y la luz.
Suele decirse que cuando la luz atraviesa un prisma se descompone en los siete colores esenciales: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta, es decir, los siete colores del arco iris. Sin embargo, en el arco iris chino hay sólo cinco colores, y en la rueda de colores del artista no se identifican más que seis (el añil no se toma en consideración). A partir de este único ejemplo, puede apreciarse de inmediato que la percepción y la experiencia del color tiene importantes componentes psicológicos inconscientes. En Occidente, el número siete ha estado siempre rodeado de un halo de misticismo, cosa que nunca ocurrió en China.
El artista, al igual que el físico, reconoce tres colores primarios: el rojo, el amarillo y el azul. Al mezclarlos, se obtienen los tres colores secundarios: verde, violeta y naranja, ya que la mezcla del rojo y el amarillo da el naranja, y así sucesivamente. Por lo menos, tal cosa sucede en el laboratorio, donde se trabaja con luz pura. Los resultados obtenidos en el estudio del pintor son bastante diferentes, pues el artista combina pigmentos químicos, y no colores puros. Si bien la mezcla de rojo y amarillo en la paleta suele producir naranja, la combinación de azul y rojo, por ejemplo, puede dar un marrón de indescriptible aspecto en lugar del violeta esperado. La explicación básica de este hecho es que la combinación de luz es un proceso aditivo, en tanto que la mezcla de pigmentos es en parte un fenómeno sustractivo. Es muy difícil saber de antemano cuáles serán los resultados de un proceso sustractivo.
La percepción del color.
El color percibido tiene tres propiedades esenciales para el artista: el matiz, el brillo (llamado generalmente tono) y la saturación. El matiz está relacionado con el nombre del color: verde, azul, rojo, etc. El tono es su calidad de oscuro o claro (brillo), y la saturación es su pureza o densidad aparentes (de hecho, la ausencia de grises). Un color muy saturado parece puro e intenso. La saturación puede reducirse mezclando pigmento gris con el color o añadiendo brillo. Un verde brillante con la misma saturación objetiva que un verde mate parecerá sin embargo menos puro, menos intenso. La dimensión de la superficie es también un elemento capital de la saturación.

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